Por qué la verdadera democracia no puede existir sin igualdad de género

Cada marzo, mujeres de todo el mundo celebran protestas a gran escala, coordinan actos y presionan a sus gobiernos para que tomen medidas en favor de la igualdad de género. Con motivo del Día Internacional de la Mujer y del mes de la ONU dedicado a la igualdad de género, el NIMD compartirá información sobre nuestro trabajo para hacer oír la voz de las mujeres. Este blog es de Reem Judeh, Directora de Programas de NIMD.
La igualdad de género no sólo refuerza la democracia; si las mujeres no participan en pie de igualdad en todos los aspectos de los procesos políticos, no existe una verdadera democracia.
Conceder los mismos derechos a todos es la esencia misma de cualquier país democrático. La democracia no consiste únicamente en un sistema multipartidista, elecciones justas e instituciones responsables; también se basa en los derechos humanos, la participación y la inclusión de todos los ciudadanos, incluidos los marginados. Una democracia que pasa por alto las aspiraciones y el potencial de 50% la sociedad es inherentemente sesgada - y, por tanto, no es una democracia en absoluto.
Cada vez hay más pruebas de que una mayor participación política de las mujeres aumenta las posibilidades de éxito de las negociaciones de paz y la cooperación entre las líneas políticas y étnicas (tradicionales). Además, su inclusión aumenta las posibilidades de actuar eficazmente en cuestiones relacionadas con la asistencia sanitaria, los derechos de salud reproductiva y el desempleo. Y la mejor manera de garantizar la participación de las mujeres en el proceso político es mediante diálogo.
Por qué NIMD cree que la inclusión cuenta
En Informe sobre la brecha de género en el mundo 2020 mide cuatro subíndices de igualdad y, lo que es más preocupante para NIMD, la mayor disparidad de género de los cuatro es -una vez más- la Brecha de Empoderamiento Político. A pesar de ser el subíndice que más ha mejorado en 2020, principalmente debido al aumento de la representación parlamentaria femenina, sólo se ha cerrado 24,7% de la Brecha de Empoderamiento Político global. La representación mundial total sigue estando muy por debajo de la cota de 30% que suele pregonarse como nivel mínimo necesario de representación femenina. Tener sólo una mujer por cada cuatro hombres en los parlamentos de todo el mundo es alarmante, y se hace eco de los desequilibrios sistémicos que vemos en otros lugares en términos de salario neto, derechos laborales e incluso opciones en educación. Todo ello representa un sesgo abrumadoramente masculino dentro de los sistemas y las sociedades, y estas disparidades mejoran cuando se incluye a las mujeres en la toma de decisiones.
Dicho esto, cabe destacar la evolución positiva y los principales campeones, como Islandia y los países escandinavos, que se han situado repetidamente en los primeros puestos de la lista de paridad de género. Entre los países que más han avanzado en el Informe sobre la Brecha de Género de este año se encuentran Etiopía, Malí y México. Ruanda, clasificado por la ONU como el 48º país menos desarrollado, supera sorprendentemente a Estados Unidos en paridad de género. Además, Namibia, un segundo país del África subsahariana, se situó entre los 20 primeros, lo que ilustra el significativo aumento de la representación femenina en el parlamento subsahariano. En cambio, la región de Oriente Medio y Norte de África, a pesar de los ligeros progresos realizados, sigue ocupando los últimos puestos.
No hay tiempo para dormirse en los laureles
Hay que celebrar cada paso dado hacia la igualdad de género en la política, pero no hay que ignorar las señales de advertencia: el Informe sobre la Brecha de Género de 2018 afirma que se tardarán 95 años en cerrar la brecha de género en la representación política. Al ritmo actual, es probable que ni nosotros ni nuestros hijos seamos testigos de la igualdad de participación y representación de las mujeres en la política. Sin embargo, hay una gran cantidad de oportunidades, como el amplio compromiso mundial con los ODS, que deben aprovecharse.
Queda mucho por hacer -más allá de las palabras, los objetivos y los marcos normativos- para conseguir ambos de facto y de jure igualdad política de género. Nuestro socio tunecino CEMI observó recientemente que, aunque la nueva Constitución de Túnez garantiza la "igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres para acceder a todos los niveles de responsabilidad y en todos los ámbitos...", su representación en la asamblea de Túnez está muy por debajo del 50%, y la posición de las mujeres tunecinas en las zonas rurales sigue siendo extremadamente incierta.
Asumir la responsabilidad política de la igualdad de género
El mes pasado, el NIMD recibió a la Embajadora de Suecia para conocer la política feminista de su gobierno -la primera de este tipo en el mundo- y cómo pretende garantizar que la perspectiva de la igualdad de género se incorpore a la formulación de políticas tanto a nivel nacional como internacional. Esta decisión política no es ninguna sorpresa: Suecia es tradicionalmente una defensora de los derechos de la mujer, con un sólido historial en relación con la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue la frase de un colega del Embajador: "No subestimes el poder del diálogo", cuando le pregunté por qué las organizaciones incorporan la perspectiva de género y qué es lo que refuerza esa inclusión.
¡Bingo! Aquí es donde NIMD desempeña su papel. El diálogo es un enfoque clave de NIMD, que lo utiliza como una forma inclusiva y sostenible de encontrar soluciones para cuestiones complejas. Hemos facilitado el diálogo político incluso en los lugares más difíciles. Tenemos experiencia en trabajar en todo el espectro político y en comprometernos con todos los actores políticos para trabajar por una democracia inclusiva -una verdadera democracia- en la que las mujeres participen plena y efectivamente.
Exigir cambios no basta para lograr avances sostenibles en los derechos de la mujer. Conseguir cambios duraderos es un proceso más complejo. Seguiremos recurriendo al diálogo con los políticos y los responsables políticos, reconociendo que hacerlo supondrá un desafío fundamental para las creencias arraigadas y los derechos al poder históricamente establecidos de los actores. Seguiremos fomentando el debate, impugnando leyes sesgadas y colaborando con parlamentarios y responsables políticos para hacer avanzar la participación política significativa de las mujeres y, en última instancia, la igualdad de género.