Mitad de legislatura 2018: ¿se amplía la grieta en el techo de cristal?

Esta semana, Estados Unidos acudió a las urnas en una de las campañas de mitad de mandato más disputadas y divisivas de la historia del país. Si bien los resultados fueron los previstos por la mayoría de los analistas, con los republicanos manteniendo el Senado y cediendo la Cámara de Representantes, otros resultados eran menos esperados. Muchos celebran 2018 como el segundo "Año de la Mujer" (el primero fue en 1992, cuando la representación femenina casi se duplicó), ya que varias candidatas obtuvieron la victoria.
La igualdad de género en la representación y los derechos políticos es esencial si queremos acabar con las injusticias históricas que sufre la mitad de la población mundial. Y no sólo eso, hará que nuestras economías sean más productivas, mejorará nuestra salud y hará que nuestros gobiernos sean más responsables. Con igualdad de género en la representación, podemos construir políticas, empresas y sociedades que sirvan a las necesidades de todos nosotros.
Como organización, estamos decididos a contribuir a que ese cambio se haga realidad y esperamos que las nuevas representantes ayuden a Estados Unidos a convertirse en una sociedad más igualitaria. Mujeres notables de todos los orígenes han llegado al Congreso, una hazaña que sin duda abrirá la democracia estadounidense a las necesidades de las mujeres y las niñas de todo el país.
Pero, ¿está justificado nuestro entusiasmo?
Para añadir contexto, comparemos estos dos años y veamos qué ha cambiado. En el primer Año de la Mujer Centro de la Mujer y la Política Estadounidense informa de que el número de mujeres pasó de 32 en ambas cámaras (22D, 10R) a 54 (40D, 14R). En ese momento, la diferencia salarial entre hombres y mujeres en EE.UU. era del 71,5%, según el Comité Nacional de Igualdad Salarial. La votación de este año ha elegido a 119 mujeres (100D, 19R), frente a un total de 107 (78D, 29R) la última vez. El Comité Nacional de Igualdad Salarial informó de que la diferencia salarial entre hombres y mujeres en 2017 fue del 80,5%. Hay que tener en cuenta que la Ley de Igualdad Salarial se promulgó en 1963 y que la primera mujer política fue elegida para el Congreso en 1916. Parece que el progreso ha sido, en el mejor de los casos, lento.
¿Esto echa un jarro de agua fría a nuestras felicitaciones por las nuevas caras del Congreso? En absoluto. Porque cada victoria en la búsqueda de la igualdad de género sirve para inspirar a otras a continuar la lucha. Las mujeres representantes políticas son actualmente minoría, pero podemos ver un cambio en la marea. A pesar de las barreras que se levantan contra ellas, las mujeres están triunfando, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.
Hoy en día, las mujeres se asoman al techo de cristal con un martillo en la mano; y lo blanden con todas sus fuerzas.