Referéndum constitucional en Túnez: Una amenaza para la democracia

Thijs Berman, Director Ejecutivo del NIMD, explora las raíces del declive democrático de Túnez y cómo los partidos políticos pueden trabajar para salvaguardar la democracia.
El 25 de julio, Túnez celebró un referéndum constitucional que otorgó amplios poderes al presidente y limitó en gran medida el papel del Parlamento.
La oposición boicoteó el referéndum y casi 70% de los votantes tunecinos se quedaron en casa. Aunque la baja participación arroja serias dudas sobre el apoyo popular a esta nueva Constitución, el Presidente Kaïs Saïed está decidido a seguir adelante, afirmando que "Túnez ha entrado ahora en una nueva fase."
Controles y equilibrios limitados
Esta nueva fase supone una gran amenaza para la democracia. De hecho, devuelve a Túnez al punto en el que se encontraba antes de la primavera árabe de 2011.
Las libertades civiles ya no gozan de las salvaguardias que habían quedado firmemente ancladas en la Constitución de 2014. La independencia del poder judicial se ha debilitado.
Y Túnez tendrá, en un futuro previsible, un presidente con poderes sin control que exceden con mucho lo que sería aceptable en cualquier democracia sana. El presidente puede nombrar y destituir al jefe de Gobierno como le parezca. Puede redactar leyes para que el Parlamento las apruebe con "prioridad". Incluso puede modificar directamente la Constitución.
El país ha vuelto a un sistema plenamente presidencialista, pero con controles y equilibrios muy limitados.
¿Qué ha fallado?
Túnez ofrece una sombría lección a todos los demócratas del mundo. El declive democrático del país sugiere que no basta con garantizar los derechos políticos en un sistema democrático con un parlamento fuerte, como ha hecho Túnez desde 2014. Tampoco lo es introducir controles y equilibrios en las instituciones, inexistentes en el país hasta entonces. La población de Túnez esperaba más que estos derechos formales, inscritos en la Constitución.
La lección de Túnez se repite de Afganistán a El Salvador, y de Malí a Burkina Faso: La democracia se convierte en una palabra vacía cuando permite votar a todos los adultos, pero sólo sirve a los intereses de unos pocos felices. Cuando existen los aspectos formales de la democracia pero la seguridad, una necesidad básica para todos nosotros, apenas existe fuera de los muros del palacio presidencial. Cuando los políticos afirman solemnemente que defienden valores y derechos universales, pero olvidan que son representantes del pueblo. De todo el pueblo. Es entonces cuando la población empieza a perder la fe en el sistema.
La importancia de los jóvenes
En Túnez, la década democrática que siguió a la Primavera Árabe no trajo la prosperidad que la gente esperaba. Todavía hoy, el desempleo juvenil en Túnez es elevado, casi 40%.
Puede que los jóvenes desencadenaran la Primavera Árabe, pero ahora, diez años después, algunos de ellos aplauden la mano dura del presidente Saïed. Muchos rechazan a los demás líderes políticos que, en su opinión, se han pasado el tiempo discutiendo en el Parlamento sin obtener resultados. Otros simplemente se han alejado por completo de la política. Sólo 1% de los jóvenes han votado en este referéndum.
Pero, entre tanta desilusión, también hay esperanza. En nuestro trabajo en Túnez, hemos tenido la oportunidad de ser testigos de primera mano de la ambición y la dedicación de muchos jóvenes tunecinos.
En los últimos 10 años, el NIMD ha formado a cientos de jóvenes políticos del país, junto con nuestros socios, el Centro de Estudios Mediterráneos e Internacionales (CEMI) y Demo Finlandia. El entusiasmo de los jóvenes y sus valores de libertad y democracia nos inspiraron para poner en marcha el programa en 2011.
A medida que la crisis política sacudía el país, el programa cambió de enfoque, con más espacio para los debates sobre los valores democráticos y la importancia del diálogo respetuoso. Esto caló hondo entre los estudiantes. Pudieron expresar sus preocupaciones, al tiempo que experimentaban el valor de escuchar y adoptar un enfoque integrador. Hoy son ciudadanos y políticos críticos que tienen opiniones diferentes, pero todos defienden los valores democráticos y creen en la colaboración en todo el espectro político.
Mirando al futuro
La democracia no murió en Túnez el mes pasado. Pero los partidos democráticos del país se enfrentan al tremendo reto de recuperar la confianza de los ciudadanos. Tendrán que empezar a escuchar a los jóvenes y a comprometerse con ellos. La voz de los jóvenes tunecinos es importante. Si apoyan y defienden los valores democráticos, Túnez tiene posibilidades de mantenerse en la senda democrática.
La democracia es compromiso y diálogo. Todo el mundo entiende que la verdadera democracia lleva tiempo -el paraíso no empezará al día siguiente de las elecciones-, pero la gente quiere estar segura de que sus políticos trabajan con ellos y para ellos. La primera tarea de los partidos democráticos en Túnez es, por tanto, escuchar a sus (jóvenes) electores. Su segunda tarea es trabajar con ellos y resolver juntos problemas concretos. Así es como crece la democracia.