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Los partidos políticos y el auge del populismo

Publicado el 20-06-2018
Tiempo de lectura 2 minutos
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Inspirada en nuestra conferencia sobre La representación en la era del populismo - coorganizado por el NIMD, IDEA InternacionalOSCE/OIDDHREPRESENTAR y DMA - Dalila Brosto, Asesora de Conocimiento del NIMD, comparte sus propias reflexiones sobre el papel de los partidos políticos en el auge del populismo, y cómo estos partidos pueden recuperar el apoyo de los ciudadanos.

Conferencia "La representación en la era del populismo" (Foto de IDEA Internacional/Geert Vanden Wijngaert)

 

El populismo se ha convertido en una fuerza política cada vez más poderosa en los últimos años: varios países europeos, como Finlandia, Hungría, Letonia, Lituania, Noruega y Suiza, tienen partidos de derechas en el poder y populistas de derechas como el británico UKIP, el Front National francés y la alemana Alternative für Deutschland disfrutan de una popularidad récord. ¿Cómo se explica esto? ¿Son los factores externos los culpables, o son los partidos políticos tradicionales los que son incapaces de hacer frente al descontento de las masas? ¿Han fracasado los partidos políticos?

Antes de entrar de lleno en la cuestión del populismo, es importante precisar su definición. El populismo es una "ideología delgada", lo que significa que puede tener huestes a la izquierda y a la derecha del espectro político, e incluso crear híbridos propios, como el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) en Italia. Los politólogos señalan que el populismo pretende representar a un pueblo moralmente unificado y traicionado por las élites, por lo que representa a la mayoría silenciosa pero enfadada. Los populistas saben transmitir el descontento de los votantes de a pie, a menudo basándose en su rabia contra una clase política tecnocrática incapaz de enfrentarse en público a cuestiones políticas emotivas.

El auge populista es, al menos en parte, una respuesta a los aparentes fracasos políticos de los partidos establecidos a la hora de abordar los mayores retos de su sociedad -en Europa, principalmente la migración y la persistente crisis del euro-, así como una reacción contra una percibida gran coalición entre el centro-izquierda y el centro-derecha. Los principales partidos europeos se han acercado cada vez más al centro ideológico: muchos partidos de izquierdas quitaron prioridad a la ideología y abrazaron un "pragmatismo pospartidista", mientras que la derecha se decantó por una agenda más progresista, sobre todo en cuestiones socioculturales.

La representación en la era del populismo: Panel 2. (Foto de IDEA Internacional/Geert Vanden Wijngaert)

La fragmentación de las sociedades y la polarización política hacen improbable que el auge del populismo se invierta a corto plazo. Lamentarse por los votantes alienados no debería ser la respuesta, ni tampoco demonizar a los votantes populistas.

Los efectos de la globalización, incluidos los rápidos cambios industriales, la inmigración masiva, los cambios en los valores sociales y el declive del sentido de comunidad son cuestiones que deben ser abordadas por los partidos políticos. Lo que los partidos necesitan es una alternativa coherente a las políticas económicas que con demasiada frecuencia han contribuido a aumentar las diferencias de renta en todo el continente. En mi opinión, la manera más eficaz de recuperar el apoyo de los ciudadanos es desarrollar políticas concretas que aborden directamente sus preocupaciones y ansiedades.

Así pues, los partidos políticos europeos tienen que redescubrir las virtudes de la heterogeneidad ideológica: en lugar de silenciar las voces discrepantes desde dentro, las estructuras de los partidos políticos tienen que volver a abrir el espectro a opiniones divergentes, discrepantes y controvertidas. Al acoger opiniones divergentes, los votantes podrán identificarse con diferentes narrativas, redescubriendo su compromiso tanto a nivel local como regional.