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El Salvador: "Necesitamos este momento de ruptura para pensar en la democracia

Publicado el 29-11-2021
Tiempo de lectura 4 minutos
  • El Salvador
  • Opinión y análisis
  • Política responsable

El Salvador ha experimentado un declive democrático tras la elección de Nayib Bukele como presidente en 2019. Aunque sus promesas de luchar contra la delincuencia y la corrupción han resultado populares para muchos, sus métodos han suscitado preocupación.

Bukele introdujo tropas en el Congreso cuando los legisladores debatían sus propuestas, sustituyó a la sala constitucional y al fiscal general independiente, y recientemente propuso una ley que impone limitaciones a la financiación extranjera para las ONG.

Toma, Juan Meléndez, Director Ejecutivo de NIMD El Salvador, reflexiona sobre las condiciones en El Salvador que permitieron a Bukele hacerse con la narrativa y llegar al poder, y mira hacia el futuro para ver cómo el país puede volver a la senda de la democracia.

Cuando analizamos los retos a los que se enfrenta El Salvador en la actualidad, resulta tentador situarlos en un contexto global. El uso que Nayib Bukele hace de las redes sociales, la narrativa del "outsider" y los enfrentamientos con la élite resultan familiares a otros líderes populistas de todo el mundo.

Pero también hay algo singularmente salvadoreño en el ascenso al poder de Bukele y en la peligrosa situación actual de la democracia en el país.

Members of El Salvador's FMLN celebrating after the 1992 peace accord
Miembros del FMLN celebrando tras el acuerdo de paz de 1992.

El Salvador tiene una larga historia de revolución y rebelión. Todo el mundo tiene algo de Che Guevara. Durante las décadas de 1960 y 1970, hubo una lucha sin cuartel entre las fuerzas de izquierda y de derecha. Un acuerdo de paz firmado en 1992 puso fin a nuestra larga guerra civil, pero esta mentalidad de Guerra Fría permaneció.

Lamentablemente, esto ha ensombrecido nuestra democracia. Los dos partidos que han dominado la política en El Salvador durante las tres últimas décadas surgieron de bandos diferentes en la guerra civil -el FMLN, a la izquierda, y ARENA, a la derecha- y siguieron oponiéndose sin pensar en trabajar juntos. Estos partidos parecían estar siempre en un punto muerto. Se bloqueaban constantemente sus propuestas en el parlamento, y la gente sólo veía enfrentamientos y se cansaba y desilusionaba.

Juan Meléndez
Juan Meléndez, director de NIMD El Salvador

Aunque el acuerdo de paz estableció las condiciones para la democracia -prensa libre, elecciones libres y un sistema multipartidista-, nadie trabajó en la cultura democrática subyacente. Nadie habló de controles y equilibrios. El pensamiento multipartidista y plural quedó fuera de la caja. El sistema democrático siguió en construcción.

Mientras tanto, nada más cambió. Todo el mundo acogió con satisfacción la paz, pero las esperanzas de que la democracia trajera una mejor calidad de vida nunca se hicieron realidad. La pobreza y la desigualdad se mantuvieron. Mucha gente se marchó a Estados Unidos en busca de oportunidades para ganar dinero.

"La gente ya no creía en el gobierno, no creía en la democracia, no creía en los políticos".

La corrupción es también un problema enorme, con todos los partidos políticos implicados en casos de soborno. De los tres últimos presidentes anteriores a Bukele, Antonio Saca está en la cárcel y Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén se encuentran en Nicaragua para eludir los cargos de corrupción que pesan sobre ellos.

Teniendo en cuenta esta historia y este contexto, no es de extrañar que la gente perdiera la fe. Ya no creían en el gobierno, no creían en la democracia, no creían en los políticos. Así que cuando Bukele se posicionó como un outsider, en contra de las élites y un poco rebelde, fue una narrativa atractiva.

Pero aunque estoy consternado por las amenazas al poder judicial independiente en El Salvador y por la creciente presión sobre las fuerzas de la oposición, también tengo esperanzas.

President of El Salvador Nayib Bukele addresses UN General Assembly
Nayib Bukele interviene ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2019

La elección de Bukele nos ha dado una oportunidad. En el pasado, la gente no creía que fuera necesario hablar de democracia. Se daba por sentado que teníamos un sistema democrático, y eso creó complacencia entre la gente y los partidos políticos. Nadie parecía interesado en mejorar el sistema.

Ahora, vemos que la democracia es necesaria. Finalmente, los progresistas hablan de democracia. Los grupos revolucionarios hablan de democracia. Los jóvenes hablan de democracia. La gente habla de la necesidad de controles y equilibrios, de la necesidad de desarrollar un auténtico sistema multipartidista en el que se escuchen todas las voces.

Una oportunidad para el cambio

Hemos visto a miles de personas protestar en las calles exigiendo democracia. Es un buen momento para la sociedad civil. Los manifestantes -movimientos sociales como feministas, grupos ecologistas, grupos de agricultores, trabajadores- se están uniendo por primera vez con un objetivo común. Todavía se están consolidando, pero existe la posibilidad de que formen nuevos movimientos políticos o apoyen a los candidatos de los partidos políticos existentes.

Existe un renovado interés por nuestra labor de formación en democracia para personas de todo el espectro político.

El Salvador training session
NIMD El Salvador siempre ha promovido la inclusión y la imparcialidad en su formación.

Se trata de una oportunidad, y es importante que los partidos políticos existentes también lo reconozcan. Los líderes de los dos partidos tradicionales son, en su mayoría, viejos y anticuados. Creen que el problema es sólo Bukele. No se fijan en los fallos del sistema democrático que facilitaron su ascenso al poder, y tiene que llegar ese momento de autorreflexión.

Los partidos políticos tienen que cambiar y reconocer que su arraigada polarización y su incapacidad para trabajar juntos por encima de líneas ideológicas contribuyeron en gran medida a alimentar esa desilusión que permitió a Bukele hacerse con la narrativa.

"Necesitábamos este momento de ruptura para pensar en la democracia".

Lo ocurrido en El Salvador es también una advertencia para que otros países no den por sentada la democracia. Es un trabajo en curso y, sin un esfuerzo y una inversión sostenidos, puede empezar a retroceder a una velocidad alarmante.

Los jóvenes de El Salvador lo reconocen hoy. Necesitábamos este momento de ruptura para pensar en la democracia. En los últimos meses, por fin tengo un poco de esperanza, porque los jóvenes están hablando de democracia, están hablando de diálogo. Ahora, como demócratas salvadoreños -con el apoyo de la comunidad internacional- tenemos que asegurarnos de apoyar esos sueños de verdadera democracia.

Una versión de este artículo apareció en La Chispa, revista en línea de noticias latinoamericanas en neerlandés