Colombia: Democracia y crisis agravada por Corona

El brote internacional de coronavirus tiene graves consecuencias para la democracia en todo el mundo. En el #NeverLockdownDemocracy serie de blogs, la red NIMD adopta una visión global de cómo podemos responder a la pandemia mientras proseguimos nuestra labor de protección de la democracia. Siga @SomosNIMD en Twitter y el hashtag #NuncaCierresLaDemocracia para no perderte ni un post.
Por Ángela Rodríguez, Directora Ejecutiva de NIMD Colombia
Es innegable que la democracia podría ser una de las principales víctimas del nuevo coronavirus. En América Latina, el excesivo presidencialismo se ha acentuado gracias a la declaración de Estados de emergencia, originalmente desplegadas como herramientas para hacer frente a una crisis global por los distintos países de la región.
Sin embargo, la opacidad de las acciones de los políticos durante un estado de emergencia significa que el riesgo de pasar de una democracia débil al autoritarismo está a la vuelta de la esquina. Para evitarlo, es crucial contar con instituciones democráticas fuertes y representativas, y con un público votante dispuesto a concebir la política más allá de las elecciones.
Fomentar estos dos cambios es el objetivo de NIMD en la región desde hace mucho tiempo, que perseguimos a través de nuestras Escuelas de Democracia, los programas de diálogo entre partidos y el compromiso con los partidos y la sociedad civil. La llegada de la pandemia ha hecho que nuestro trabajo sea más importante que nunca, por lo que mi equipo y yo estamos encontrando formas de continuar, a pesar del bloqueo. Pero desde mi oficina en Bogotá Veo que hay aspectos de la democracia colombiana en particular que parecen especialmente precarios gracias al Coronavirus.
El caso de Colombia
Colombia es uno de los países más desiguales de América Latina. En consecuencia, sus sistemas de seguridad social y sanitario han funcionado tradicionalmente de forma precaria y excluyente, al igual que el sistema político en general. Estas dificultades constantes se suman a la incertidumbre actual en torno al impacto del COVID-19 en el país.
Sin embargo, mientras muchos de los analistas y políticos del país debaten qué priorizar, si la economía o la salud de los ciudadanos, pocos prestan atención a una condición esencial para que ambas esferas de la sociedad funcionen eficazmente: una democracia sana.
La democracia en Colombia se ha visto socavada en medio de la pandemia mundial debido a tres elementos principales: 1) importantes alteraciones en el equilibrio de poderes al cesar el Congreso sus actividades, 2) ausencia casi total de partidos políticos en las esferas públicas, y 3) gran opacidad en la entrega de subsidios por parte de los gobiernos (nacional y local) a los más afectados por el bloqueo.
Controlar el virus mientras se pierde el control de la política
Empecemos por el asunto del Congreso. La situación es relativamente fácil de explicar, pero no necesariamente de entender: la fecha en la que el Congreso debía reanudar sus sesiones era el 16 de marzo. Sin embargo, transcurrió casi un mes hasta que los presidentes de ambas cámaras empezaron a poner prácticamente en marcha medidas para que el Congreso funcionara.
Quienes defienden la pausa en las actividades del Congreso argumentan que la falta de protocolos para el funcionamiento virtual del Congreso podría restar respaldo legal a las decisiones políticas que se tomen durante el bloqueo. Pero otros sostienen que lo mejor es que las sesiones plenarias del Congreso comiencen cuanto antes. Este grupo cita otros organismos que están funcionando a través de la web, como los concejos municipales. También se refieren a los miles de colombianos que, a pesar de los riesgos de contagio, siguen acudiendo -físicamente- a trabajar todos los días.
No es una decisión tomada a la ligera
Sin decidir quién tiene razón, hay una cuestión urgente que plantear: cualquier cambio que implique la de facto La supresión del órgano legislativo de un sistema político puede tener un impacto negativo inconmensurable en su democracia. Modificar los controles y equilibrios, especialmente en una situación en la que el Ejecutivo ya opera con una cartera excepcionalmente amplia, abre la puerta al autoritarismo y reduce la credibilidad de las instituciones democráticas.
Las instituciones democráticas, como los partidos, las juntas electorales y los parlamentos, también pueden verse socavadas de otras formas. Por ejemplo, los congresistas han seguido cobrando su sueldo a pesar de no trabajar; un salvavidas que no han tenido miles de colombianos que perdieron su empleo debido a las medidas de bloqueo.
¿Están bloqueados los partidos políticos?
El segundo elemento que afecta la democracia colombiana en medio de la pandemia mundial es la ausencia casi total de los partidos políticos en el escenario público. Un par de ellos, principalmente el partido de gobierno, se han hecho visibles para apoyar las medidas del Presidente para combatir el COVID-19 y para ofrecer una donación significativa para ayudar a los más pobres en medio de la crisis.
Por el contrario, los demás partidos políticos son prácticamente inexistentes a los ojos de la población. En consecuencia, el público no los percibe como el canal a través del cual lograr el progreso de sus necesidades y demandas políticas. Pero si las funciones de los partidos políticos no se reconocen y cumplen plenamente, no pueden representar al público con la misma eficacia ni diseñar políticas que sirvan al interés público.
El bloqueo no ha supuesto la desaparición de todos los demás problemas políticos, y los ciudadanos de todos los estratos de la sociedad siguen necesitando representación. Los sistemas multipartidistas son relativamente eficaces a la hora de satisfacer necesidades tan diversas y exigir responsabilidades a los responsables. Esto significa que los partidos deben esforzarse por no quedar marginados o inactivos a causa del brote.
Comprobación y equilibrio de la respuesta vírica
El último elemento definitivo no sólo agrava la crisis nacional por el coronavirus, sino que socava profundamente los cimientos de la democracia. Aquí describo las opacidades que han rodeado la entrega de subsidios y bienes a los más pobres por parte del gobierno.
Por un lado, los usuarios de Twitter han descubierto y denunciado importantes fallos en los subsidios monetarios que está poniendo en marcha el Gobierno nacional. Al introducir números aleatorios o los datos de personas fallecidas, éstas aparecen como beneficiarias de los subsidios. La explicación gubernamental, alegando un error de programación, no fue bien recibida por el público.
Por otra parte, concejales de diferentes municipios han denunciado importantes sobrecostos en la canasta de bienes que las entidades territoriales compraron para los más pobres. Por ejemplo, en Atlántico, Cesar, Arauca, Norte de Santander, Cundinamarca y La Guajira, los concejales no recibieron ninguna explicación cuando preguntaron por los bienes que estaba comprando el gobierno hasta tres veces por encima del valor normal de mercado.
En ambos casos estamos ante un posible uso malintencionado de las medidas de emergencia decretadas por el Gobierno nacional. Estos problemas provienen de la falta de datos abiertos y de información precisa sobre cómo está aplicando el Ejecutivo sus programas de asistencia. Este tipo de supervisión es algo que las instituciones democráticas estables pueden proporcionar mediante controles y equilibrios.
No es hora de lavarse las manos con la democracia.
Para los colombianos, la política puede ser sinónimo de corrupción y polarización. Pero es en estos momentos de desastre y extrema necesidad compartida cuando debemos tomarnos en serio -más que nunca- nuestro papel como ciudadanos activos y empezar a construir democracia más allá de las urnas. De lo contrario, los impactos del coronavirus no sólo se medirán en vidas perdidas y personas infectadas en el presente, sino en la profundización de la pobreza y la desigualdad en el futuro.
La democracia en Colombia ha estado enferma -incluso antes de que apareciera el coronavirus- y es hora de unir fuerzas para arreglarla. Desde NIMD Colombia, y a pesar de la situación actual, seguimos trabajando junto a los actores políticos para mejorar sus capacidades de representación democrática.