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Rompiendo barreras: La historia de un joven líder en Honduras

Publicado el 30-07-2018
Tiempo de lectura 3 minutos
  • Honduras
  • Historias

En Honduras, no hay muchas mujeres que participen en política.

Fátima Mena es una excepción a la regla. Licenciada en Derecho, siempre ha tenido profundas convicciones basadas en el principio de justicia.

En su bolso lleva la Constitución hondureña y una biblia para recordar que los principios democráticos son siempre lo primero, se miren como se miren las cosas.

En el corazón de las convicciones de Fátima está su experiencia de vivir en el exilio. Como consecuencia del cargo de magistrada de su madre, su familia recibió amenazas de secuestro y se vio obligada a huir de Honduras.

Trabajando para una ONG de derechos humanos durante su estancia en el extranjero, se dio cuenta de que es posible marcar la diferencia en la vida de los demás como profesional.

Esta toma de conciencia se profundizó cuando fue madre a su regreso a Honduras. Tras el parto, sufrió una fuerte depresión, que achaca a la inestabilidad política de su país y a los fallos del sistema judicial. Empezó a creerse "irresponsable por traer a mi hijo a vivir a un país con tanta corrupción".

Fue entonces cuando decidió presentarse voluntaria en el Partido Anticorrupción de Honduras. Ascendió rápidamente dentro del partido, convirtiéndose en coordinadora del Departamento de Cortés, miembro del consejo nacional del partido y candidata a las elecciones parlamentarias de 2013.

La Academia de Candidatos del NIMD

En 2013, para ayudarla a preparar su campaña, Fátima participó en la primera Academia de Mujeres Candidatas, organizada por NIMD en cooperación con NDI, ONU Mujeres, PNUD y el Instituto Nacional de la Mujer (Instituto Nacional de la Mujer, INAM).

La Academia refuerza las capacidades y conocimientos de las candidatas en temas como género, comunicación y estrategia política.

A Fátima la experiencia le resultó muy útil. Reconoce que, antes de participar, sus conocimientos políticos eran limitados y se basaban principalmente en sus propias percepciones y experiencias.

Con el apoyo de la Academia de Candidatos, Fátima llevó a cabo una exitosa campaña política con escasos recursos. Basó su campaña en propuestas realizables, tangibles y creíbles para los ciudadanos.

Se centró especialmente en la lucha contra la corrupción y el respeto de los derechos humanos y el Estado de Derecho.

Pudo utilizar los conocimientos y aptitudes que aprendió en la Academia en diversas fases del proceso electoral, desde la planificación de su campaña hasta la formulación y comunicación de sus mensajes, pasando por su participación en debates multipartidistas y su conversión en una férrea defensora de la mujer en la política.

Esta experiencia le permitió perfilarse como una de las líderes políticas más importantes de su partido y de su región.

A los 31 años fue elegida diputada al Congreso, con el segundo mayor número de votos de todos los diputados de su circunscripción, y con el mayor número de votos obtenido por una mujer de un partido político emergente.

En su puesto, pudo poner en práctica otro aprendizaje de la Academia de Candidatos. Además de aumentar sus habilidades, la Academia también le había hecho darse cuenta de la importancia de la cooperación multipartidista.

Así, como Secretaria de la Comisión de Igualdad y Género, ayudó a parlamentarias de distintos partidos políticos a coordinar sus esfuerzos para incluir la igualdad de género en la agenda del Parlamento y promover los derechos políticos y económicos de las mujeres.

Obstáculos al crecimiento

El papel pionero de Fátima no siempre fue fácil. Reconoce que "ser mujer, ser joven y formar parte de un partido político contra la corrupción es un gran reto, especialmente en una sociedad cuya cultura es a la vez machista y caudillista".

De hecho, tras un breve periodo en el Parlamento, los problemas internos en su partido político y estar en el punto de mira pasaron factura a Fátima como Presidenta.

La cobertura mediática cuestionó su capacidad profesional y su integridad en lugar de informar sobre su actuación como política y diputada. Además, el partido sufrió una crisis en 2017 que desembocó en una escisión permanente y la dimisión forzada de la dirección del partido.

Esta serie de acontecimientos, lejos de desmotivar a Fátima, la impulsaron a continuar su labor política.

Participó en una serie de proyectos para promover los derechos de las mujeres y los jóvenes.

Creó un grupo parlamentario de apoyo a la lucha contra la corrupción y continuó su labor en la Comisión de Igualdad y Género, tramitando iniciativas y reformas en favor de las mujeres y niñas de Honduras.

En noviembre de 2017, Fátima fue elegida concejal en San Pedro Sula, una de las ciudades más grandes de Honduras.

A lo largo de su desarrollo político, Fátima siguió recibiendo el apoyo de NIMD. La organización se enorgulleció de proporcionar herramientas para ayudar a Fátima a superar las barreras y estereotipos de género a los que se enfrentaba.

El ejemplo de empoderamiento de Fátima y el reconocimiento de su incansable labor en favor de los derechos de la mujer, la han posicionado como líder.

Y esto allana el camino para que otras mujeres participen activamente en política y rompan las barreras culturales y sociales que obstaculizan su labor política.